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Material Estudio Complementario Escuela 5 Leyes Biologicas Nueva Medicina Germanica
Clase 1
Artículos del Dr. Fernando Callejón

Dr. Fernando Callejon Argentina Medicina Psicobiologica

Este material ha sido revisado y rectificado por la Escuela de las Leyes Biológicas en cuanto a contenido técnico, vocabulario y forma.
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Lista de artículos:

1. El milagro de "curarnos".

1. El milagro de "curarnos".

Dr. Fernando Callejon Argentina Medicina Psicobiologica

En algún momento de nuestra vida, probablemente todos "sufrimos una enfermedad". El concepto que tenemos sobre ella no es un pensamiento más; es una creencia, la de estar poseídos por una fuerza que no nos pertenece y nos ataca. Si bien esta creencia es universal, no todos la vivimos de la misma forma. En occidente ha sido reforzada por la presencia de un sistema médico que ha obtenido un gran poder y que lo ha legalizado colectivamente.

Podemos decir que la "enfermedad" es un invento. Como la luz eléctrica. La luz siempre existió, pero lo que hizo el hombre fue poder manejarla y eso le dio poder. El malestar orgánico o emocional siempre existió, pero lo que hizo la medicina fue clasificarlo y eso le dio poder. La creencia sobre la "enfermedad" no solo es la de una fuerza que nos ataca, sino que a partir de esa clasificación, es la de una fuerza que un grupo de personas (los científicos-médicos) puede dominar o por lo menos ostenta un saber sobre ella y puede ejercer influencia sobre su evolución.

Esta influencia ha crecido desproporcionadamente en relación al saber. Actualmente las llamadas "enfermedades" son desmesuradamente influenciadas por la acción médica, sin que haya un saber que la sustente lógicamente. Se actúa sobre ellas sabiendo muy poco de su origen y mucho menos de su sentido.

Pensemos en un simple resfriado. Se atribuye a un virus, pero no se lo combate, sino al resfriado. Se lo trata de abortar. Se usan antihistamínicos para que las secreciones disminuyan y muchas veces antibióticos porque se habla de "alergias bacterianas" o complicaciones "infecciosas" imposibles de comprobar. Esta metodología, que influencia el curso de la "enfermedad", se basa en la misma teoría que sostiene que el Sol gira alrededor de la Tierra; la observación superficial de un fenómeno sin preguntar nada sobre las características del objeto sobre el cual el fenómeno actúa. Si la Física dependiera de los médicos, hoy seguiríamos creyendo que a la mañana el Sol está en el Este porque a la tarde giró alrededor nuestro.

Pensemos en un "tumor", un pedazo de carne que sobra. Los métodos médicos que influencian su destino se basan en la misma teoría de observación superficial y de ausencia de preguntas sobre las características del sujeto "enfermo". El pedazo de carne está de más y hay que eliminarlo. Si no se puede con cirugía, se arrasa con drogas o radiaciones. Los físicos no manejan la medicina y los médicos terminan por creer que una resonancia magnética es una observación profunda. Se sigue observando el fenómeno y no la naturaleza ni el sentido del fenómeno.

Es así que ahora hay 2 creencias: el malestar es una fuerza que viene de afuera y se puede influenciar sobre esa fuerza con un saber al que se le llama científico.

Volvamos al resfriado. Pensemos que quizás no es un virus el que lo produce (una fuerza externa). Los virus ya estaban y uno no se contagia de nadie. La medicina, en lugar de entender esto, ataca los síntomas para que el sujeto vuelva a la cadena de producción lo más pronto posible. Los médicos se comportan como aliados de un poder que exige productividad sin interesarse por la verdadera recuperación del cuerpo "enfermo". El paradigma del agente externo como causa siempre presente de la "enfermedad" sirve a los mismos fines. Si hay un agente externo, debe haber un poder que lo pueda combatir y ese poder es la "científica medicina".

Quizás si esto hubiera quedado allí, tendríamos esperanzas de salir de esa trampa; pero lamentablemente la influencia de la acción médica sin un saber lógico que la sustente, generó tantos nuevos saberes vacíos que estamos atrapados en una red que se retroalimenta de otras disciplinas y de otros saberes. La religión, la Filosofía, la Psicología, aportan nuevos saberes a esta interminable creencia de la "enfermedad" como fuerza externa y a la existencia de un grupo que tiene un saber sobre ella.

Escuchamos conceptos que parecen valiosos: "debemos aceptar la enfermedad si vamos a luchar contra ella." "La enfermedad es poderosa, pero más poderosa es la salud". "La salud es el silencio de los órganos". "La enfermedad es un mal que debemos saber combatir". ¿Quién podría negar el valor de esas frases? Sin embargo, no sirven de nada. Son saberes que se basan en una creencia vacía y no porque no se pueda defender esa creencia, sino porque ya no sirve más. En este contexto nos han quitado la libertad de elegir.

En la historia de la humanidad siempre hubo bandos: romanos y griegos, árabes y españoles, buenos y malos, perversos y normales, nazis y judíos. El ser humano podía optar, aún cuando esa opción fuera equivocada. Ahora es imposible elegir, ya que se trata de nosotros o los virus, enemigos invisibles que destruyen a todos, sin excepción.

Las organizaciones mundiales encargadas de la salud avisan que futuras pandemias son inevitables y elaboran mapas con colores cada vez más intensos y tenebrosos. Toda la humanidad enfrenta al enemigo invisible y no hay opción. Por primera vez, en cientos de años, se está tomando conciencia que no es La Tierra la que está en peligro, sino esta especie que se ha creído excepcional y que ahora viene a enterarse de que su desaparición es posible. La génesis de Adán y Eva ya no calma los temores de una especie que ha inventado el concepto de "enfermedad" y ahora el concepto en sí mismo la está arrasando.

La fuerza externa que nos viene a destruir supera ampliamente el saber autorizado del grupo de personas que la combate. El concepto se escapó de las manos y tiene vida propia. La gente ya no se muere de la "enfermedad", sino del miedo que el concepto inventado le genera. El miedo no da tiempo a que la "enfermedad" actúe y nos mate, ya que crea por sí mismo una realidad mortal. Así lo relata el cuento sufí:

"Un sabio sentado en la cumbre de una montaña ve pasar una sombra y pregunta: ¿quién eres? La sombra le contesta: "soy la peste". ¿A dónde te diriges? "A matar mil personas de ese poblado". Bueno, ve y mata. A los pocos días, el sabio se encuentra con un hombre y le pregunta: ¿de dónde vienes? "Huyo de aquel poblado que ha sido atacado por la peste y ha matado treinta mil personas" Bueno, ve y huye. A las pocas horas, vuelve a pasar la sombra y el sabio la detiene. Oye tú, me has engañado, dijiste que matarías mil personas y has matado treinta mil. ¿Por qué? La peste le responde: "no es cierto, yo solo maté mil personas, el resto murió de miedo."

Como médico he presenciado muchas veces el fenómeno de una persona que en pleno estado de buena salud y por hallazgos casuales (pruebas de rutina o un médico demasiado inquisidor) ha sido diagnosticada de un "tumor" en hígado, pulmón o mama. A los pocos días de ese hallazgo, el estado de salud había empeorado dramáticamente. He visto a algunas personas morir en poco tiempo luego del diagnóstico. Eso es miedo, no es "cáncer". Ese es el concepto que se le ha escapado de las manos al grupo de científicos que ostenta el supuesto saber de la "enfermedad. Ese concepto se ha desbordado y ha creado una realidad autónoma, entre otras cosas porque se ha colectivizado. Se ha vuelto un saber popular.

¿Quién no ha escuchado alguna de las siguientes frases?: "el cáncer de páncreas, cuando te lo diagnostican, ya es demasiado tarde"; "la quimioterapia te mata las células malas, pero también las buenas"; "yo sé que me voy a morir, lo que no quiero es sufrir"; "nunca conocí a nadie que se salvara"; "la enfermedad avanza"; "hay que hacer algo", y tantas otras. El saber colectivo sobre la "enfermedad" no se diferencia mucho del saber de los médicos, muchos de los cuales jamás se harían (y lo dicen públicamente) el tratamiento que le indican a sus pacientes.

Actualmente se escuchan muchas voces que cuestionan este concepto de la "enfermedad", pero la mayor parte de las veces son ignoradas, reprimidas o tergiversadas.

Es en este contexto que debemos dejar de pensar en nuevos instrumentos contra la "enfermedad" para comenzar a pensar en un nuevo concepto. Se gastan miles de millones de dólares en investigar y producir drogas cada vez más nocivas para la salud de la humanidad y no cesan de aparecer variantes que no responden a esas drogas o las llamadas nuevas "enfermedades" sobre las que ni siquiera se tiene alguna droga con la que experimentar.

La ciencia se nota perdida y actúa sin lógica; solo intenta sacarse de encima un problema inmediato sin pensar en las implicaciones futuras de su proceder. No interactúa con el resto de la sociedad, que mira azorada la injusticia del poder del que participa. El gobierno que invierte doscientos mil millones de dólares anuales en productos farmacéuticos es el mismo que gasta tres millones de dólares por minuto en armas, mientras deja morir quince niños de hambre en esa misma cantidad de tiempo. La ciencia médica usa el mismo presupuesto manchado de sangre e injusticia y en esa confusión trata a los virus con la misma filosofía del gobierno que la sustenta: usa armas mortales.

Es justamente ese nuevo concepto de la "enfermedad" el que nos va a permitir salir del atolladero en el que el viejo concepto nos ha metido. Si luchamos contra ella, lo hacemos también contra el mensaje que pretende "curarnos". Cuando una mujer se nota un bulto en la mama, debe parar toda actividad y preguntarse qué representa ese bulto. Si no lo sabe, debe recurrir a alguien que la ayude a interpretarlo. No debe salir corriendo en busca de ese personaje que detenta un saber sobre la "enfermedad", porque eso la cristaliza en el viejo concepto. A partir de allí, solo puede esperar que se instale una guerra en su cuerpo. El bulto no vino a declararle la guerra y no es que no debe hacer nada o "curarse" psicológicamente. Debe instalar la paz en su vida. Eso no es poco, pero es mucho más de lo que la medicina pretende con su viejo concepto de instalar una guerra en el cuerpo de esa mujer.

Los poseedores del saber sobre la "enfermedad" se escandalizarán ante semejante propuesta. "¡No hay tiempo que perder! ¡Si no actuamos ahora, su vida corre peligro!" Y comenzarán a citar estadísticas, no solo fraudulentas, sino aterradoras. Algunos optarán por hablar de los adelantos de la ciencia y nos citarán con absoluta seriedad los anticuerpos monoclonales, los hibridomas y la fusión entre los linfocitos B y los "tumores". Suenan orgullosos de saber tanto, pero es un saber vacío. Además, es un saber corrupto montado en la sangre de millones de seres humanos, que en lugar de salvar sus vidas, la pierden definitivamente.

No es una lucha entre los que saben y los que no sabemos. Es una lucha entre 2 conceptos; el de una humanidad que se destruye a sí misma y el de una humanidad que pretende sobrevivir.

La mujer del bulto en la mama deberá elegir y optar por quimioterapia, radioterapia y cirugía y así seguir avivando el viejo concepto que nos está destruyendo o podrá hacer un verdadero cambio en su vida y dejar de sufrir por su hija o por su esposo.

"¿Pero quién me da las garantías de que el bulto no crecerá o que sus células no se irán a mi cerebro o a mis huesos?", dirá la mujer envuelta en las informaciones "científicas", pero a la vez en la realidad de conocer a tanta gente que sigue ese camino. "Nadie", se le responde, "absolutamente nadie". Desde el viejo concepto (la enfermedad como fuerza que nos destruye), se le citarán estadísticas sobre lo que le podría pasar si no hace lo que el grupo "que sabe" le dice que haga. Desde el nuevo concepto (la enfermedad como mensaje para sobrevivir), se le pedirá confianza en que si hace los cambios que debe hacer, se "curará". No parece ser muy interesante la opción.

Es así que la mayor parte de la gente opta por intentar hacer las 2 cosas, parte de ellas o casi ninguna. Lo que sucede con frecuencia es que opta por el viejo concepto y cuando ya no obtiene respuesta de él, se vuelca al nuevo concepto. ¡Cuánto miedo!

Filosóficamente, cualquiera de estas opciones viola uno de los principios en los que se funda la realidad, el de la no contradicción: "Una cosa no puede ser y a la vez no ser". Llamativamente, buena parte de los médicos del viejo concepto están apoyando estas opciones como si con ello colaboraran con la salud de las personas; sin embargo, esa es la realidad. El psicoterapeuta Mario Litmanovich dice claramente: "¡necesitamos médicos sin miedo!; esa es la única manera de salir del atolladero". Creo también que necesitamos "pacientes" sin miedo, dejando de serlo.

 

 


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